SYKES-PICOT (1916): LA ENTENTE SE REPARTE EL MEDIO ORIENTE SYKES-PICOT (1916): LA ENTENTE SE REPARTE EL MEDIO ORIENTE

Las fronteras modernas del mundo árabe se asemejan vagamente a las líneas de lápiz de color azul y rojo dibujadas en secreto en un mapa del Levante en mayo de 1916, en el apogeo de la Primera Guerra Mundial.

A finales de 1915, Sir Mark Sykes y François Georges-Picot fueron nombrados por los gobiernos británico y francés, respectivamente, para decidir cómo se repartirían las tierras del Imperio Otomano, que había entrado en la guerra de lado de Alemania y las potencias centrales, una vez éste fuese derrotado. El canciller ruso, Sergei Sazonov, también estuvo involucrado. La guerra no iba bien en ese momento para la Entente. Los británicos habían fracasado en su intento de acercarse a la capital otomana, tras el desastre de Gallipoli en enero de 1916, y sus fuerzas se habían rendido ante el asedio de Kut en Mesopotamia en abril.

Aún así, los Aliados acordaron que Rusia obtendría Estambul, y su añorado acceso a “aguas calidas” desde el Mar Negro hasta el Mediterráneo y Armenia; los británicos obtendrían Basora y el sur de la Mesopotamia; y los franceses un trozo en el medio, incluidos Líbano, Siria y Cilicia (en la actual Turquía). Palestina sería un territorio internacional. Entre los bloques gobernados por Francia y Gran Bretaña, grandes extensiones de territorio, en su mayoría desérticas, se asignarían a las respectivas esferas de influencia de las dos potencias. Las reclamaciones italianas se agregaron en abril de 1917 como manera de contentar a Roma por unirse a la Entente.
Pero después de la derrota de los otomanos en 1918, todo el panorama cambio notablemente con la suerte de la guerra y la diplomacia. El Imperio Ruso había dejado de existir, y con él los ofrecimientos dados anteriormente. Los italianos, que debían recibir el suroeste de Anatolia no recibieron nada. En 1920, los turcos, bajo Kemal Pasha Ataturk, expulsaron a las tropas extranjeras de Anatolia y consiguieron nuevos y favorables acuerdos con las potencias vencedoras (Tratado de Lausana de 1923).

Aun así, Sykes-Picot se convirtió en sinónimo de traición. George Antonius, un historiador árabe, lo calificó como un documento impactante, producto de la “codicia europea”. De hecho, fueron tres compromisos de guerra distintos e irreconciliables que Gran Bretaña hizo al mismo tiempo con Francia, los árabes y los judíos. Las contradicciones resultantes provocaron innumerables conflictos desde entonces y muchos ven el acuerdo como un punto de inflexión en las relaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe.

Al final, se negaron las promesas hechas a los árabes a cambio de aliarse con los británicos contra los turcos. Estos habían esperado crear un gran reino hachemita gobernado desde Damasco, pero solo obtuvieron varios estados divididos. Los cristianos maronitas obtuvieron parte de Líbano, pero no pudieron controlarlo. Los kurdos, que querían un estado independiente para sí mismos, no consiguieron ninguno y encima fueron divididos entre cuatro países. Los judíos obtuvieron una pequeña rebanada de Palestina bajo “administración internacional”. La ciudad de Mosul fue inicialmente asignada a Francia, luego reclamada por Turquía y posteriormente entregada a Gran Bretaña, que lo unió al futuro reino de Irak.

Una razón para la disputa fue la presencia de petróleo. Incluso antes de la Gran Guerra, varios territorios árabes (Egipto, el norte de África y tramos del Golfo Arábigo) ya se habían dividido en colonias o protectorados.

Los árabes hachemitas, que habían liderado la revuelta árabe contra los otomanos con la ayuda de los británicos (especialmente de T. E. Lawrence), fueron desalojados de Siria por los franceses. También perdieron su feudo ancestral del Hejaz, con sus ciudades santas de La Meca y Medina, ante Abdel Aziz bin Saud, un jefe del Nejd, respaldado por Gran Bretaña. Junto con sus fanáticos religiosos wahabíes, fundó Arabia Saudita. Una rama de los hachemitas gobernó Iraq, pero bajo estricto control británico; otra rama sobrevive aún en la antigua region de Transjordania (topónimo acuñado por los europeos), ahora llamada Jordania, que los británicos separaron rápidamente de Palestina. Todas estas adjudicaciones territoriales estaban en consonancia con las directrices de los acuerdos Sykes-Picot.

Después de la Revolución Rusa, se denegaron las reclamaciones soviéticas sobre territorios en el Imperio Otomano, y por eso los bolcheviques publicaron los detalles del acuerdo Sykes-Picot, (igual que otros tratados) con los textos enteros en sus diarios Izvestia y Pravda el 23 de noviembre de 1917; el 26 del mismo mes The Manchester Guardian se hizo eco de este hecho. Esta divulgación causó gran revuelo y vergüenza entre los aliados además avivó una gran desconfianza entre ellos y los árabes nacionalistas. Estos últimos descubrieron que habían sido utilizados, consolidando un resentimiento en toda la región.

“Muchos países tienen fronteras extrañas”, dice Rami Khouri de la Sociedad Académica Palestina para el Estudio de Asuntos Internacionales. “Sin embargo, para los árabes, Sykes-Picot es el símbolo de un agravio mucho más profundo. Se trata de un siglo entero en el que las potencias occidentales han jugado con nosotros”.

Las consecuencias de su implementación crearon las condiciones de dominio francés y británico, que duró hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, y los conflictos regionales que han impedido una paz duradera desde esas fechas hasta la actualidad.

 

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